"Mi objetivo como escritor es desaparecer dentro de la voz de mi historia, convertirme en esa voz." Michel Dorris. (Escritor).



viernes, 3 de junio de 2011

Capítulo 3: El amor es testaduro.

Eran las cinco de la tarde. El padre de Amanda no había llegado aún, aunque no era raro, así que, ella le dejó una nota en la nevera.
La tienda estaba a 20 minutos a pie, así que, Amanda salió temprano de su casa para poder llegar a tiempo.
Cuando llegó, dejó su bolso detrás del mostrador y el abrigo en el perchero.
A las cinco y media llegó alguien, pero Amanda no supo quien era hasta que éste la apartó del libro.
- Hola, preciosa – dijo Adam bajando el libro de la chica.
- Hola- dijo encantada.
- ¿Qué tal?
- Yo muy bien pero si te ve mi padre aquí, tu serás el que no esté tan bien.
- Tranquila – le dijo – Sé defenderme yo solo.
Amanda hizo un sonido con su garganta que expresaba su desacuerdo, pero lo dejó pasar.
-         Eres muy testaduro – agregó ella - ¿No es así?
-         Solo lo soy con las cosas que me importan.
-         Gracias – dijo ella alagada.
-         De nada.
-         Ya que estamos aquí los dos solos, - empezó ella - ¿por qué no me cuentas algo de ti?
-         Bueno, tengo 22 años y trabajo en una empresa de transporte.
-         ¿Y tus padres?
-         Fallecieron cuando era pequeño – dijo tristemente agachando la cabeza.
-         Lo siento.
-         No pasa nada – la consoló - ¿Y qué hay de ti?
-         Tengo 17 años y estoy en segundo de Bachillerato.
-         Y ganas algo extra trabajando aquí – dijo Adam señalando la tienda.
-         Pues sí.
Se pasaron hasta las siete y media charlando de tonterías, pero al mismo tiempo con sentido.
Media hora antes de las ocho, Adam se marchó para que el padre de Amanda no hiciera una escenita.

Al llegar a casa, Amanda llamó a Natalie.
-         Definitivamente, - dijo de repente Amanda – estoy enamorada.
-         Ya se te lo veía en el brillo de los ojos, pero es bueno que lo reconozcas – dijo su amiga - ¿Crees qué el también está enamorado?
-         Yo creo que sí, porque sino no tengo otra explicación.
-         ¿Explicación para qué?
-         Hoy ha venido ha visitarme a las cinco y media.
-         Entonces él también está enamorado.

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