"Mi objetivo como escritor es desaparecer dentro de la voz de mi historia, convertirme en esa voz." Michel Dorris. (Escritor).



lunes, 6 de junio de 2011

Capítulo 5: ¿Demasiado tarde?

(Marzo pasó muy rápido. A Tom no le gustaba aquél chico al que Amanda veía tanto, pero, ¿por qué?)

Era viernes por la noche. Tenía que hacer el turno de noche, lo cual causaba que debiera dejar sola a Amanda.

-         Hola Tom – dijo Bryan intentando animarle.
-         Hola – dijo el robusto hombre dejando la chaqueta en el perchero.
-         ¿Qué pasa?
-         Es Amanda.
Bryan cogió la silla de su escritorio y se puso en frente de Tom para poder escucharle y aconsejarle.
-         El chico con el que sale – empezó – no me… gusta.
-         Pues impídeselo.
-         No puedo – contestó resignado – En cuanto me voy o la dejo sola, se juntan.
-         Para eso ya no tengo respuesta.
Hubo un silencio.
-         Hay algo en él que no me cuadra – dijo de repente Tom – es como si ya lo hubiera visto en otro sitio, pero ¿en dónde?
Su compañero se quedó callado.
-         ¿Quieres que te traiga algo? – dijo Bryan levantándose para ir a buscar un café.
-         Un descafeinado.
-         De acuerdo.
A los cinco minutos, Bryan volvió con los cafés y con un papel.
- Mira Tom – dijo dejando los cafés en la mesa – Han agregado más delincuentes a “los más buscados”.
Su amigo cogió el papel de mala gana y lo miró por encima hasta que llegó al último nombre: Adam Broom.
Tom se levantó agitado, enfadado, histérico pero sobre todo, lleno de miedo. Lleno de miedo por Amanda. Ella no tenía ni idea de con quien salía. Y Tom tampoco, hasta ahora.
Cogió su chaqueta y salió corriendo perseguido por su compañero. Los dos se montaron en el todoterreno y fueron en dirección a la casa de Amanda y Tom.
Mientras su padre conducía como un loco, su compañero intentaba llamar a Amanda, pero ella no cogía la llamada.
Al llegar a la casa, entraron los dos y la registraron pero, no había rastro de Amanda.
¿O tal vez sí?
Bryan encontró una nota de Amanda pegada a la nevera.
-         ¡Tom!
Él fue corriendo hasta donde estaba su amigo.
Tom despegó la nota de la nevera y la leyó en voz alta:
Querido papá:
Siento decirte esto en una carta, pero sabía que no me dejarías marcharme. Amo a Adam y por eso, me he ido con él a París.
Te quiero mucho, papá.
Amanda.

Tom no se lo podía creer. Su hija. Su queridísima hija se había fugado con un delincuente, y para colmo, con uno de “los más buscados”.
Ante todos estos pensamientos, clavó las rodillas en el suelo; se sentó de tal manera que su cabeza quedó hundida entre sus rodillas y se quedó en silencio.
-         No te des por vencido Tom – dijo Bryan tocándole el hombro –Aún podemos salvarla.
-         Sí – dijo él firmemente levantándose.

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