"Mi objetivo como escritor es desaparecer dentro de la voz de mi historia, convertirme en esa voz." Michel Dorris. (Escritor).



sábado, 4 de junio de 2011

Capítulo 4: Una fiesta dice mucho de una persona

Marzo pasó muy rápido. Era como si el tiempo fuese muy rápido con Adam, pero al mismo tiempo, muy despacio.
Una noche, Amanda le llamó:
-         ¿Diga?
-         Soy Amanda.
-         Hola cariño, ¿qué tal?
-         Muy bien, ¿y tú?
-         Bien.
-         Me preguntaba si…
-         Si…
-         Si querrías venir a una fiesta conmigo.
-         Claro.
-         Los padres de Natalie se van este viernes, y ella ha decidido hacer una fiesta.
-         De acuerdo – volvió a aceptar - ¿Te paso a recoger a las once?
-         Bien – aceptó – Mi padre no estará en casa, así que, puedes venir por la puerta principal.
-         Muy bien.
-         Adiós.
-         Hasta las once.

Eran las diez y media. Amanda se estaba poniendo un vestido sin tirantes, blanco, adornado por pequeños granos de brillantina y con un lazo después de pecho.
Al terminar de ponerse su vestido, se terminó de peinar: Se había rizado el pelo, se había puesto laca, también se había recogido el pelo muy discretamente y entre los rizos se había puesto pequeñas flores. Después de su peinado, se puso los zapatos: tenía unos tacones bastante razonables, en la zona de los pies tenía un pequeño lazo plateado cogido por una “cuerdas” muy tiesas, antes del lazo, tenía unos brillantitos, éstos unían la parte que sujetaba el talón y el lazo.
Cuando Amanda se quiso dar cuenta, eran las once.
De pronto, alguien tocó el timbre.
Amanda bajó las escaleras y abrió la puerta; era Adam.
-         Hola preciosa.
-         Hola.
-         ¿Vamos?
-         Claro.
Amanda cogió su bolso y cerró la puerta.
Se montaron en el coche y fueron a la fiesta de Natalie.

Al llegar, Natalie obligo a Amanda a ir con ella, lo cual causaba que Adam se quedara solo pero, no tuvo otra opción.
-         Es guapo – dijo de repente su amiga.
-         Sí.
Empezaron a hablar y hablar, y pronto se olvidaron de Adam.
Cinco minutos después, Amanda se dio cuenta de que había dejado mucho tiempo solo a Adam.
Amanda corrió por toda la casa: por los dormitorios, en el salón… hasta que lo encontró en la cocina.
Cuando iba entrar, se encontró a Emily intentando besar a Adam, pero Adam se negaba hasta que Emily se rindió y se marchó.
-         Gracias – dijo su novia entrando por la otra puerta.
-         De nada.
Después de eso, la noche transcurrió tranquila.
A las tres, Adam y Amanda decidieron marcharse.
Al llegar al umbral de la puerta de la casa de la chica, el chico le hizo una pregunta que ni siquiera ella se esperaba.
-         Tengo una pregunta para ti – dijo Adam tocando la mano de Amanda para que parase de abrir la puerta.
-         Dime.
-         Amanda, estoy enamorado de ti hasta los huesos – comenzó - ¿querrías venir conmigo a Paris?
Hubo un largo silencio. Amanda no podía creer lo que le estaba pidiendo. Su cabeza le decía que no fuera pero su corazón le decía que fuera.
Al final, Amanda hizo caso a lo que ella creía que era más importante: su corazón.
- Sí.

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